El proceso o metodología que utilizamos en la escuela hoy en día es el producto de estas instituciones: Economía, familia, religión y política.
Las modificaciones legislativas causadas por los cambios sociales son muy habituales en la actualidad. No se acuerda una ley que satisfaga las necesidades e intereses de todos los partidos. Pese a estas discrepancias, una cosa está clara: La educación, además de facilitar las opciones de conseguir empleo, porta enriquecimiento personal.
En este enriquecimiento juegan un papel fundamental los profesores. Los maestros tenemos una gran influencia. Tenemos la opción de recurrir a las metodologías antiguas donde el alumno tomaba apuntes y el tutor daba una conferencia. O por el contrario, podemos aplicar métodos novedosos que faciliten el aprendizaje, como por ejemplo:
Metodología activa: aprendizaje basado en juegos, proyectos etc. Yo, como alumna recibí clases magistrales. Mis maestros no aplicaron los métodos y herramientas que estoy descubriendo gracias a mi carrera. Un maestro debe ir más allá, no conformarse. Es importante conectar con el alumno y motivarlo en su trabajo. Podemos ampliar horizontes y trabajar contenidos que no aparecen en nuestra guía docente.
Inculcar valores como el respeto en el aula por medio del
aprendizaje colaborativo, de esa forma el alumno trabajará mejor. Los
problemas se resolverán consensuadamente y mediante el diálogo.
Debemos ser conscientes de que nuestros actos tienen consecuencias en nuestros niños. Algo inocente como: pedirles que traigan un objeto que les hayan dado sus padres o que cocinen una receta en familia puede perjudicar al niño. Pues puede que sus padres estén divorciados y no pueda contactar con su madre ese fin de semana. Se podría dar el caso de que el niño no tenga una de los dos miembros o simplemente los padres no quieran participar en la tarea. En ese caso provocamos que el menor se sienta excluido de la actividad.
La diferencia clave entre un buen y un mal profesor es el compromiso y pasión por su trabajo. Sino sientes pasión por lo que haces no te implicarás completamente en ello.
El esfuerzo, la dedicación y el amor por su trabajo son aspectos que el profesor transmite en todo momento a sus alumnos. No seremos capaces de despertar interés o captar la atención de los niños si nos comprometemos a dar lo mejor de nosotros mismos.
Debemos pensar que es lo mejor para nuestro alumnado y cómo lograr que desarrollen todo su potencial. Para ello es necesario invertir tanto tiempo como ganas en todo lo que nos propongamos.
La confianza no está relacionada con la obediencia y la imposición sino con el tiempo y los actos. Además es clave para que el vínculo entre el maestro y el alumno sea un éxito. Debemos empatizar con los más pequeños y volcarnos en su educación y desarrollo íntegro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario